La artroscopia de rodilla es un procedimiento quirúrgico mínimamente invasivo que permite al cirujano examinar y tratar lesiones dentro de la articulación de la rodilla utilizando un pequeño telescopio llamado artroscopio.
Se realiza para diagnosticar y tratar problemas como desgarros de menisco, lesiones de ligamentos, cartílago dañado, y enfermedades articulares como la artritis.
El cirujano hace pequeñas incisiones en la rodilla e introduce el artroscopio y otros instrumentos quirúrgicos para realizar la intervención necesaria.
Se puede usar anestesia general, anestesia regional y en algunos casos especificos anestesia local, dependiendo de la complejidad del procedimiento y la preferencia del paciente.
El procedimiento suele durar entre 30 minutos a 1 hora, dependiendo de la naturaleza de la lesión y el tratamiento requerido.
La recuperación puede variar, pero muchos pacientes pueden comenzar la fisioterapia dentro de una semana y retomar actividades normales en unas pocas semanas.
Es importante descansar, aplicar hielo para reducir la inflamación, y seguir las indicaciones del médico sobre el uso de muletas y la reanudación de actividades.
Los riesgos incluyen infección, coágulos de sangre, rigidez articular, y daño a los nervios o vasos sanguíneos.
Sí, generalmente puedes volver a practicar deportes, pero es crucial seguir un programa de rehabilitación y las recomendaciones del médico.
Debes contactar a tu médico si experimentas fiebre, aumento significativo del dolor, hinchazón inusual, o cualquier signo de infección como enrojecimiento o secreción.
La sutura meniscal es un procedimiento quirúrgico en el que se cose el menisco dañado de la rodilla para restaurar su integridad y función.
Se recomienda cuando el menisco está desgarrado en una zona que tiene un buen suministro sanguíneo y cuando el daño afecta la función de la rodilla.
Se realiza a través de una artroscopia, donde se introducen instrumentos quirúrgicos a través de pequeñas incisiones en la piel para reparar el menisco.
La recuperación puede tomar entre 4 y 6 meses, dependiendo de la gravedad de la lesión y de la rehabilitación postoperatoria.
Generalmente se utiliza anestesia regional o general, dependiendo de la preferencia del paciente y del cirujano.
Los riesgos incluyen infección, sangrado, rigidez, y en algunos casos, la posibilidad de que el menisco no sane adecuadamente.
Inicialmente, se recomienda reposo y evitar actividades de alto impacto. La rehabilitación incluirá ejercicios de movilidad y fortalecimiento bajo la guía de un fisioterapeuta.
Sí, generalmente se puede volver a los deportes, pero es importante seguir las recomendaciones del médico y completar la rehabilitación.
Se pueden usar analgésicos recetados o de venta libre, y aplicar hielo en la rodilla para reducir la inflamación.
Deberías contactar a tu médico si experimentas fiebre, un aumento significativo del dolor, hinchazón inusual, o cualquier signo de infección.
La artrosis de rodilla es una enfermedad degenerativa de las articulaciones que causa el desgaste del cartílago que recubre la rodilla, lo que lleva a dolor, rigidez, inflamación y limitacion funcional progresiva.
Los síntomas incluyen dolor en la rodilla, rigidez, hinchazón, crujidos o chasquidos al mover la articulación, dificultad para realizar actividades diarias, cojera y gran limitacion progresiva.
El riesgo aumenta con la edad, el sobrepeso, lesiones previas en la rodilla, y condiciones genéticas o metabólicas.
El diagnóstico se realiza a través de la evaluación clínica, análisis de síntomas, y estudios de imagen como radiografías o resonancias magnéticas.
Los tratamientos pueden incluir cambios en el estilo de vida, bajar de peso, fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios, inyecciones de ácido hialurónico, plasma rico en plaquetas, celulas madre o mesenquimales (como tratamiento alternativo) y en casos severos, cirugía como la artroplastia de rodilla.
La fisioterapia ayuda a mejorar la movilidad, fortalecer los músculos alrededor de la rodilla y reducir el dolor mediante ejercicios específicos.
Si bien no siempre se puede prevenir, mantener un peso saludable, realizar ejercicio regularmente, y evitar lesiones puede reducir el riesgo.
No existe una cura definitiva, pero los tratamientos pueden ayudar a manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
Mantener un peso saludable, realizar ejercicios de bajo impacto, aplicar compresas frías o calientes, y evitar actividades que causen dolor pueden ser beneficiosos.
Debes consultar a un médico si experimentas un aumento en el dolor, hinchazón persistente, o si las actividades diarias se vuelven difíciles debido a los síntomas.
La osteocondritis disecante es una afección en la que un fragmento del cartílago y el hueso subyacente se separa del hueso debido a la falta de suministro sanguíneo, lo que puede causar dolor y dificultad en el movimiento de la articulación afectada.
Los síntomas incluyen dolor en la articulación, hinchazón, rigidez, crujidos o chasquidos al mover la articulación y, en algunos casos, bloqueos articulares.
La osteocondritis disecante es más común en adolescentes y adultos jóvenes, especialmente aquellos que participan en deportes de impacto o que han sufrido lesiones en la articulación.
Aunque puede ocurrir en cualquier articulación, es más común en la rodilla, el tobillo y el codo.
El diagnóstico se realiza mediante una combinación de evaluación clínica, historia médica y estudios de imagen, como radiografías o resonancias magnéticas.
El tratamiento puede incluir reposo, fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios y, en casos más severos, cirugía para reparar o extraer el fragmento disecante.
No siempre se puede prevenir, pero evitar lesiones en las articulaciones y manejar adecuadamente la actividad física puede reducir el riesgo.
El pronóstico varía; muchas personas pueden recuperarse completamente con tratamiento, mientras que otras pueden desarrollar artrosis en la articulación afectada a largo plazo.
Esto depende de la gravedad de la condición y el consejo médico. Generalmente, se recomienda evitar actividades que causen dolor hasta que se recupere.
Debes consultar a un médico si experimentas dolor persistente en una articulación, especialmente después de una lesión, o si notas síntomas como hinchazón y limitación del movimiento.
Es una afección que provoca dolor en la parte frontal de la rodilla, donde la rótula (patela) se encuentra con el fémur, a menudo causado por un mal alineamiento o uso excesivo.
Los síntomas incluyen dolor en la rodilla, especialmente al subir o bajar escaleras, al estar sentado por mucho tiempo o durante actividades deportivas.
Es común en atletas, especialmente en aquellos que practican deportes de impacto, así como en personas que tienen debilidad muscular o problemas de alineación en las piernas.
Las causas pueden incluir sobreuso, lesiones, debilidad de los músculos del muslo, problemas de alineación de la rótula y cambios en el cartílago articular.
El diagnóstico se realiza mediante una evaluación clínica, análisis de los síntomas, examen físico y, a veces, estudios de imagen como radiografías o resonancia magnética.
El tratamiento suele incluir reposo, fisioterapia para fortalecer los músculos del muslo, uso de férulas o rodilleras, y medicamentos antiinflamatorios.
Es recomendable reducir las actividades que agravan el dolor. Se pueden optar por ejercicios de bajo impacto, como nadar o andar en bicicleta, según la recomendación del médico.
La recuperación varía según la gravedad de la afección y la adherencia al tratamiento, pero puede tardar desde unas semanas hasta varios meses.
Sí, si no se corrigen los factores de riesgo o si se vuelve a realizar actividad física excesiva sin el adecuado fortalecimiento y acondicionamiento.
Debes consultar a un médico si el dolor es persistente, si interfiere con tus actividades diarias o si empeora con el tiempo.
Es un trastorno que se caracteriza por el ablandamiento y daño del cartílago en la parte inferior de la rótula (patela), lo que puede provocar dolor y disfunción en la rodilla.
Los síntomas incluyen dolor en la parte frontal de la rodilla, especialmente al subir o bajar escaleras, al estar sentado por mucho tiempo o al realizar actividades que impliquen flexión de la rodilla.
Las causas pueden incluir sobreuso, lesiones anteriores, desalineación de la rótula, debilidad muscular, o cambios en la biomecánica de la rodilla.
Es común en jóvenes y adolescentes, especialmente aquellos que participan en deportes que requieren saltos o cambios rápidos de dirección. También puede afectar a personas mayores debido al desgaste del cartílago.
El diagnóstico se basa en la evaluación de los síntomas, el examen físico y, a menudo, estudios de imagen como radiografías o resonancia magnética para evaluar el estado del cartílago.
El tratamiento incluye reposo, fisioterapia, fortalecimiento muscular, uso de ortesis, medicamentos antiinflamatorios y, en casos severos, cirugía.
Sí, pero es importante evitar actividades que agraven el dolor. Ejercicios de bajo impacto, como nadar o andar en bicicleta, suelen ser más seguros.
La recuperación puede variar; algunos pacientes mejoran en semanas con tratamiento conservador, mientras que otros pueden tardar meses, especialmente si se requiere cirugía.
Sí, si no se abordan los factores subyacentes o si se vuelve a realizar actividad física intensa sin un adecuado fortalecimiento y acondicionamiento.
Debes consultar a un médico si experimentas dolor persistente, si afecta tus actividades diarias o si notas hinchazón o inestabilidad en la rodilla.
La plica sinovial es un pliegue delgado de tejido que se encuentra en la membrana sinovial de la rodilla. Es un remanente del desarrollo embrionario que puede causar molestias si se inflama.
Los síntomas incluyen dolor en la parte interna de la rodilla, hinchazón, rigidez y sensación de bloqueo o chasquido al mover la rodilla.
La inflamación puede ser causada por actividades que implican flexión repetida de la rodilla, lesiones, o sobreuso. También puede surgir sin causa aparente.
El diagnóstico se realiza a través de la historia clínica, un examen físico, y puede incluir estudios de imagen como resonancia magnética o artroscopia.
Los tratamientos pueden incluir reposo, fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios y, en algunos casos, inyecciones de corticosteroides.
La cirugía, generalmente artroscópica, se considera si los tratamientos conservadores no alivian los síntomas. Se realiza para remover la plica inflamada.
La mayoría de los pacientes experimentan una mejora significativa en los síntomas y pueden volver a sus actividades normales, aunque algunos pueden tener molestias persistentes.
Las complicaciones son raras, pero pueden incluir infección, rigidez de la rodilla o daño a otras estructuras de la articulación.
La recuperación puede variar, pero muchos pacientes comienzan a mejorar en unas pocas semanas, con una rehabilitación adecuada que puede durar varios meses.
La prevención incluye evitar actividades de alto impacto que puedan causar irritación en la rodilla, mantener un peso saludable y realizar ejercicios de fortalecimiento y estiramiento para los músculos de la rodilla.
El LCP es uno de los principales ligamentos de la rodilla, ubicado en la parte posterior de la articulación, que ayuda a estabilizarla y controlar el movimiento de la tibia respecto al fémur.
Las roturas suelen ocurrir debido a un trauma directo en la rodilla, como en accidentes deportivos (por ejemplo, al cambiar de dirección rápidamente) o caídas.
Los síntomas incluyen dolor intenso en la parte posterior de la rodilla, hinchazón, inestabilidad en la articulación y dificultad para caminar o apoyar peso.
El diagnóstico se realiza mediante la historia clínica, un examen físico, y puede confirmarse con estudios de imagen como resonancia magnética.
El tratamiento depende de la gravedad de la lesión. Las lesiones leves pueden manejarse con fisioterapia y reposo, mientras que las roturas completas a menudo requieren cirugía.
La cirugía generalmente consiste en reconstruir el ligamento utilizando un injerto de tejido (puede ser del propio paciente o donante) para restablecer la estabilidad de la rodilla.
La rehabilitación es un proceso que incluye ejercicios para recuperar la fuerza, la movilidad y la función de la rodilla. Comienza poco después de la cirugía y puede durar varios meses.
Con tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes recuperan la función de la rodilla y pueden volver a sus actividades normales, aunque algunos pueden experimentar inestabilidad persistente.
Las complicaciones pueden incluir inestabilidad continua de la rodilla, artrosis a largo plazo y lesiones asociadas a otros ligamentos o estructuras de la rodilla.
Algunas medidas preventivas incluyen el fortalecimiento de los músculos que rodean la rodilla, mejorar la técnica deportiva y usar el equipo adecuado durante la actividad física.
El LCA es uno de los principales ligamentos de la rodilla, ubicado en la parte central de la articulación, y es crucial para la estabilidad y el movimiento adecuado de la rodilla.
Las roturas suelen ocurrir durante actividades deportivas, especialmente al realizar giros bruscos, cambios rápidos de dirección, saltos o aterrizajes inadecuados.
Los síntomas incluyen un "clic" o estallido en el momento de la lesión, dolor intenso, hinchazón rápida de la rodilla, inestabilidad al caminar y dificultad para soportar peso.
El diagnóstico se realiza a través de una evaluación clínica, incluyendo un examen físico y, a menudo, estudios de imagen como la resonancia magnética para confirmar la lesión.
El tratamiento puede variar desde reposo y fisioterapia para lesiones parciales hasta cirugía para reconstruir el LCA en caso de roturas completas.
La cirugía consiste en reconstruir el ligamento utilizando un injerto de tejido (de la misma persona o de un donante) para restablecer la estabilidad de la rodilla.
La rehabilitación es un proceso que comienza poco después de la cirugía, que incluye ejercicios para mejorar la fuerza, la movilidad y la funcionalidad de la rodilla. Puede durar hasta 11 meses según evolución.
La mayoría de los pacientes pueden recuperar una buena funcionalidad y volver a actividades deportivas, especialmente si siguen un programa de rehabilitación adecuado.
Las complicaciones pueden incluir la inestabilidad persistente de la rodilla, riesgo de lesiones adicionales (como el menisco) y desarrollo de artrosis a largo plazo.
La prevención incluye fortalecer los músculos alrededor de la rodilla, mejorar la técnica en deportes y realizar ejercicios de equilibrio y estabilidad.
El riesgo aumenta con la edad, el tipo de actividad física (deportes de contacto o que impliquen giros), y condiciones preexistentes en la rodilla, como lesiones anteriores o debilidad muscular.
Antes de la cirugía, se suelen realizar exámenes físicos, resonancia magnética y análisis de sangre para evaluar la salud general del paciente.
No siempre. En casos menores o asintomáticos, se puede optar por un tratamiento conservador, mientras que las roturas más severas o sintomáticas a menudo requieren cirugía.
Generalmente se utiliza anestesia regional o general, dependiendo del caso y de la preferencia del cirujano y del paciente.
Signos preocupantes incluyen un aumento del dolor, mayor hinchazón, incapacidad para mover la rodilla o si la rodilla se siente inestable.
Sí, pero es importante seguir un programa de rehabilitación adecuado y obtener la autorización de un médico antes de volver a actividades deportivas intensas.
El manejo del dolor puede incluir el uso de analgésicos, terapia física, aplicaciones de hielo y descanso adecuado.
Una lesión de menisco "completo" implica que la rotura se extiende a través de todo el grosor del cartílago, mientras que una "parcial" afecta solo una parte del menisco.
Dependiendo de la gravedad de la lesión y el tratamiento, muchas personas pueden continuar con actividades ligeras, pero es importante seguir las recomendaciones médicas.
Si experimentas un dolor intenso, hinchazón significativa, o cualquier cambio en la función de la rodilla, debes buscar atención médica de inmediato.
Es un procedimiento quirúrgico mínimamente invasivo que permite al cirujano ver dentro de la articulación del hombro y tratar lesiones utilizando un pequeño instrumento con cámara (artroscopio).
Se utiliza para tratar lesiones como desgarros del manguito rotador, inestabilidad del hombro, impingement, artritis, y para eliminar cuerpos libres o tejido inflamado.
Se puede utilizar anestesia general o regional por medio de bloqueo, dependiendo de la complejidad del procedimiento y la preferencia del cirujano.
La artroscopia de hombro generalmente dura entre 30 minutos y 2 horas, dependiendo de la complejidad de la cirugía.
Los riesgos incluyen infección, sangrado, rigidez articular, daño a los nervios, y complicaciones relacionadas con la anestesia.
La recuperación puede variar, pero la mayoría de los pacientes comienzan la rehabilitación en unas pocas semanas. La recuperación completa puede tardar varios meses en promedio de 4 a 6 meses.
La rehabilitación incluye ejercicios para mejorar la movilidad, fortalecer los músculos del hombro y recuperar la función. Un fisioterapeuta guiará el proceso.
Es normal experimentar dolor y rigidez después de la cirugía, pero esto se puede manejar con medicamentos analgésicos y el tiempo.
Esto depende de la naturaleza de la lesión y la cirugía. Generalmente, se puede volver a actividades ligeras en unas semanas, pero se deben evitar actividades intensas durante varios meses, en promedio por encima de 6 meses realizan actividades con mayor intensidad.
Debes contactar a tu médico si experimentas fiebre, aumento del dolor, hinchazón significativa, o cualquier cambio en la movilidad de tu hombro.
Una lesión SLAP implica daño en la parte superior del labrum o rodete glenoideo en donde se inserta el tendon largo del biceps, que rodea la cavidad del hombro, afectando su estabilidad y función.
Las lesiones SLAP pueden ser causadas por trauma agudo, movimientos repetitivos del hombro (como lanzar), o el desgaste asociado con la edad.
Los síntomas incluyen dolor en el hombro, debilidad, chasquidos o sensación de bloqueo, y dificultad para levantar objetos por encima de la cabeza.
El diagnóstico se realiza mediante una combinación de historial médico, examen físico y estudios de imagen como resonancia magnética (RM) o artroscopia.
El tratamiento puede incluir fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios y, en casos severos, cirugía artroscópica para reparar el labrum.
La cirugía artroscópica puede implicar la reparación del labrum utilizando suturas o anclajes para estabilizar el cartílago o realizar tenodesis.
La recuperación varía, pero la mayoría de los pacientes pueden necesitar de 4 a 6 meses de rehabilitación completa después de la cirugía.
Es normal experimentar dolor y rigidez después de la cirugía, pero estos síntomas pueden ser manejados con medicamentos y terapia física.
El regreso a actividades normales dependerá de la gravedad de la lesión y del tratamiento. Generalmente, se puede volver a actividades ligeras en unas semanas, pero el deporte puede requerir varios meses.
Debes comunicarte con tu médico si experimentas fiebre, aumento del dolor, hinchazón excesiva, o cualquier cambio en la movilidad del hombro.
Sí, si no se trata, puede llevar a lesiones en los tendones del manguito rotador o a una bursitis subacromial.
Se recomienda evitar movimientos repetitivos que sobrecarguen el hombro, realizar ejercicios de fortalecimiento y estiramiento, y mejorar la técnica en deportes.
Ejercicios de movilidad y fortalecimiento del hombro, siempre bajo la supervisión de un fisioterapeuta.
Aunque es posible, un tratamiento adecuado y la adherencia a un programa de rehabilitación pueden reducir significativamente el riesgo de recurrencia.
Generalmente, un traumatologo ortopedista especializado en hombro
Sí, muchas actividades diarias son posibles, pero es importante evitar movimientos que puedan agravar el dolor.
La fisioterapia es crucial para restaurar la movilidad, fortalecer los músculos del hombro y enseñar técnicas adecuadas para evitar lesiones futuras.
Las radiografías y resonancia magnética son las más comunes, ya que permiten observar el estado de los huesos y los tejidos blandos.
Se recomienda aplicar hielo en intervalos de 15-20 minutos varias veces al día para reducir la inflamación.
Los corticosteroides pueden ser inyectados en la articulación para aliviar el dolor y la inflamación, pero su uso debe ser supervisado por un médico.
Es la incapacidad del hombro para mantener su posición normal, donde la cabeza del húmero se sale de la cavidad glenoidea de forma recurrente, cursando con luxaciòn de hombro acudiendo a servicio de emergencia para que le devuelvan el hombro a su lugar.
Generalmente es causada por una lesión traumática, pero puede estar relacionada con la laxitud ligamentosa o debilidad en los músculos que estabilizan el hombro.
Dolor intenso, incapacidad para mover el brazo, hinchazón y sensación de inestabilidad en el hombro.
Los tratamientos incluyen fisioterapia, inmovilización con un cabestrillo, medicamentos antiinflamatorios y, en casos severos, cirugía.
La recuperación varía; con tratamiento conservador, puede tomar varias semanas, mientras que la cirugía puede requerir meses de rehabilitación.
Fortalecer los músculos del hombro, evitar actividades de alto riesgo y seguir un programa de rehabilitación pueden ayudar a prevenirla.
No siempre. La cirugía se recomienda cuando los tratamientos conservadores no han tenido éxito y las luxaciones son frecuentes.
Las opciones incluyen la reparación del rodete glenoideo con sus respectivos ligamentos y la estabilización de la articulación, como la técnica de Bankart.
Los riesgos incluyen infección, daño a los nervios, rigidez del hombro y recurrencia de la luxación.
Esto depende de la gravedad de la lesión y el tratamiento; generalmente se recomienda esperar 6 meses después de la cirugía o la rehabilitación completa.
Dependerá de la gravedad de la lesión. En general, es posible realizar algunas actividades diarias, pero puede haber dolor y limitaciones en el movimiento.
Una rotura parcial afecta solo una parte del tendón, mientras que una rotura completa significa que el tendón está completamente desgarrado y separado del hueso.
Se pueden usar pruebas físicas específicas, como la prueba de Jobe o la prueba de Neer, además de estudios de imagen como ultrasonido o resonancia magnética.
La fisioterapia es crucial para mejorar la fuerza, la flexibilidad y la función del hombro, así como para reducir el dolor y la inflamación.
Si experimentas dolor persistente, debilidad significativa o dificultad para mover el hombro, es recomendable consultar a un médico.
Los ejercicios de movilidad y fortalecimiento se deben realizar bajo la supervisión de un fisioterapeuta, comenzando con movimientos suaves y progresando a ejercicios más desafiantes a partir de 4 semana según indicacion de medico tratante.
Sí, medicamentos como el ibuprofeno o el paracetamol pueden ayudar a manejar el dolor y la inflamación, pero siempre consulta a tu médico antes de tomar cualquier medicación.
Sí, pueden ayudar a reducir la inflamación y el dolor, proporcionando alivio temporal, aunque no curan la rotura.
Evita levantar objetos pesados, movimientos por encima de la cabeza y actividades que provoquen dolor en el hombro hasta que tu médico lo indique.
Sí, las opciones no quirúrgicas incluyen fisioterapia, medicamentos, inyecciones de corticoides y cambios en las actividades diarias.
Es un procedimiento quirúrgico que implica la sustitución de una articulación dañada (como la rodilla o la cadera) por una prótesis artificial para aliviar el dolor y mejorar la función.
Las causas más comunes incluyen artrosis avanzada, artritis reumatoide, fracturas de articulaciones y lesiones degenerativas.
Un médico evaluará tu dolor, limitaciones en el movimiento y la eficacia de tratamientos conservadores antes de recomendar la cirugía.
Generalmente se usa anestesia general o anestesia regional (epidural) para insensibilizar el área afectada.
La cirugía suele durar entre 1 y 3 horas, dependiendo de la complejidad del caso.
La recuperación puede tomar varias semanas a meses. Se incluye terapia física para recuperar movilidad y fuerza, así como la monitorización del dolor y la inflamación.
Los riesgos incluyen infección, coágulos sanguíneos, rigidez articular, luxaciones y problemas relacionados con la anestesia.
La mayoría de los pacientes permanecen en el hospital entre 1 y 3 días, dependiendo de su recuperación y el tipo de cirugía.
Sí, la mayoría de los pacientes pueden volver a actividades normales, pero esto dependerá de la rehabilitación y del tipo de actividades que realizaban antes.
Las prótesis modernas pueden durar entre 10 y 20 años, pero esto varía según el tipo de implante, la actividad del paciente y el cuidado postoperatorio.
Existen tratamientos conservadores como fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios, inyecciones de corticosteroides y cambios en el estilo de vida.
Se pueden usar prótesis cementadas, no cementadas (microporosa) o híbridas, dependiendo de la edad del paciente y la calidad del hueso.
Sí, es probable que necesites muletas o un andador durante las primeras semanas para ayudar a la movilidad y reducir la carga en la cadera operada.
La mayoría de los pacientes puede comenzar a conducir entre 4 y 6 semanas después de la cirugía, siempre que se sientan cómodos y puedan frenar de manera segura.
Ejercicios de bajo impacto, como caminar, nadar y montar en bicicleta, son recomendables. Tu fisioterapeuta te guiará sobre el momento y tipo de ejercicios.
Se recomienda esperar al menos 6 semanas antes de volar. Consulta con tu médico sobre tu situación específica.
Mantén la herida limpia y seca. Sigue las indicaciones de tu médico sobre el cambio de vendajes y signos de infección a observar.
Es recomendable mantener una dieta equilibrada y rica en nutrientes, evitando el alcohol. Tabaco y alimentos muy procesados, especialmente durante la recuperación.
Sí, es normal experimentar dolor y molestias en las primeras semanas. Tu médico te recetará analgésicos para ayudar a manejarlo.
Si notas signos de infección, como enrojecimiento, calor o secreción en la herida, o si sientes un dolor inusual, contacta a tu médico de inmediato.
Es un procedimiento quirúrgico en el que se reemplaza la articulación del hombro con una prótesis para aliviar el dolor y restaurar la función.
Se recomienda en casos de artritis severa, fracturas del húmero proximal o daño significativo en el cartílago que no mejora con tratamientos conservadores.
Se utilizan prótesis totales y parciales (hemiartroplastia). En la hemiartroplastia, solo se reemplaza la cabeza del húmero, mientras que en la prótesis total se reemplazan tanto la cabeza del húmero como el glenoide.
El procedimiento generalmente dura entre 1.5 a 3 horas, dependiendo de la complejidad del caso.
Se puede utilizar anestesia general o anestesia regional (bloqueo del brazo), según la preferencia del paciente y la recomendación del anestesista.
La recuperación varía, pero muchos pacientes comienzan la terapia física en la primera semana y pueden volver a actividades cotidianas en 3-6 meses.
Sí, como cualquier cirugía, hay riesgos de infección, sangrado, daño a nervios o vasos sanguíneos, y posibles complicaciones con la prótesis.
Los ejercicios de movilidad pasiva suelen comenzar rápidamente, pero la rehabilitación activa se inicia típicamente entre 4 a 6 semanas después de la cirugía.
Normalmente se recomienda usar un cabestrillo durante 4 a 6 semanas para estabilizar el hombro y evitar movimientos que puedan comprometer la cicatrización.
Con el tiempo y la rehabilitación adecuada, muchos pacientes pueden volver a actividades deportivas de bajo impacto. Es importante discutir tus objetivos deportivos con tu médico.
Es un procedimiento quirúrgico en el que se retiran las partes dañadas de la articulación de la rodilla y se reemplazan con prótesis artificiales para aliviar el dolor y restaurar la función.
Se recomienda generalmente en casos de artritis severa, osteoartritis, lesiones que no han mejorado con tratamientos conservadores o dolor persistente que limita las actividades diarias.
Existen prótesis totales (que reemplazan tanto el fémur como la tibia) y parciales (que reemplazan solo una parte de la rodilla, unicompartimentales).
La cirugía de reemplazo de rodilla suele durar entre 1.5 a 3 horas, dependiendo de la complejidad del caso.
Se puede utilizar anestesia general, que induce a un sueño profundo, o anestesia regional, que adormece la parte inferior del cuerpo.
La recuperación puede llevar de 3 a 6 meses. La mayoría de los pacientes comienzan a caminar con ayuda de muletas en un par de días.
Los riesgos incluyen infección, coágulos de sangre, hemorragia, daño a nervios o vasos sanguíneos, y posibles complicaciones con la prótesis.
Sí, la fisioterapia es esencial para recuperar la fuerza y movilidad. Comienza generalmente en la primera semana después de la cirugía.
La mayoría de los pacientes pueden volver a sus actividades diarias, pero es recomendable evitar actividades de alto impacto.
Las prótesis de rodilla suelen durar entre 10 a 20 años, pero su duración puede variar según la actividad del paciente y otros factores.
Ofrecemos soluciones innovadoras y mínimamente invasivas para tratar lesiones y enfermedades de articulaciones.
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